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Llamados a Cumplir  



Gustavo Dudamel, Jose-Luis Hernandez, y Jose Antonio Abreu en São Paulo. 

El Maestro Carlos Chavez quien fuera uno de los primeros colaboradores de El Sistema decía: “La revolución en música es, en suma, la lucha del arte útil contra el arte inútil; la lucha del arte para todos." La orquesta Simón Bolívar de Venezuela es símbolo de esa misma revolución. Es también, un símbolo de lo que puede ser posible cuando se trabaja en equipo. Es una gran familia. Una orquesta Latinoamericana para el mundo. Durante dos semanas fuí testigo de la escencia misma que la caracteriza. Los adjetivos nunca seran suficientes—ahí colma la solidaridad, la audacia, y una ética de trabajo que sobrepasa el mas alto profesionalismo. Esa orquesta del presente tiene historia. De casi cuarenta años atrás. 

Es una historia de enaltación humanística. 

Plasmada en una nueva forma de pensar del quehacer artístico y por ende nueva formas y razones de hacer música. Ese paradigma, el hecho de hacer y compartir música dentro de un mismo esquema de elocución es lo que distingue a los jóvenes maestros de El Sistema. El que toca Stravinsky con maestría en el Teatro Colón también comparte su arte dando clases en su ciudad natal de Táchira. Aquella violista de Puerto Cabello que toca Revueltas haciendo relucir la estirpe misma de la Latinoamericanidad—esgrime con su arco un compromiso latente a favor de su raza cósmica.

En nuestros tiempos, ¿para que servirá el arte? Para unir a las personas, para enaltecer el espíritu, para aprender a ser mejores. Esa es la revolución que el Maestro Abreu ha forjado y la que todos nosotros en esa gran orquesta (en la que caben miles) estamos llamados a cumplir.

Abril del 2013, Bogotá.

Voluntad en el Palacio  


Embajadores y jefes de gobierno en conferencia de prensa. 

Hoy, a eso de las 11 de la mañana en el despacho principal del moderno Palácio do Buriti se concretaba un decreto histórico. El Gobernador de Brasilia Agnelo Queiroz y su esposa, afectuosamente tomados de la mano, le expresaban al fundador de El Sistema  (flanqueado por embajadores, oficiales de gobierno, y otros invitados especiales) su deseo de hacer de la educación musical una política de estado y de gobierno. Su meta—hacer de la música un derecho universal para mas de 500, 000 escolares de su estado. Ellos comenzaran ese anhelo en Septiembre de esta año atendiendo a 132, 000 estudiantes con un plan ya estructurado y financiado. Con humildad y un semblante lleno de esperanza, el gobernador expresaba como una educación musical inspirada en El Sistema podría ayudar a erradicar la violencia, la pobreza, y la deserción escolar. En un dialogo franco el mismo Maestro Abreu le auguraba éxito y le compartía como un proyecto bien articulado no solamente era “una garantía de vida comunitaria para los niños y jóvenes mas pobres, si no también, una garantía del estado para formar una ciudadanía plena.”

Se hablo de ese proyecto como revolucionario. Otros maestros de la música Brasileños comentaban que era un momento histórico no solo para Brasilia si no para el país entero. La firma de ese decreto no paso desapercibida. La misma Presidenta del Brasil, la excelentísima Dilma Rousseff, luego de condecorar al Maestro Abreu con la Orden Nacional del Crucero del Surse dio la tarea de asistir al concierto de la Orquesta Simón Bolívar en el Teatro Nacional esa misma noche; y la orquesta vistiendo medallas con los colores de Venezuela le dedico el himno nacional de Brazil (haciendo que el ambiente se sintiera como una gran final de un mundial de futbol).

Ya se habla de la formación de una gran orquesta binacional que sea ejemplo de la suma de voluntades y de la consagración del trabajo en equipo. "La música es un instrumento irreemplazable para unir a las personas,” dice el Maestro Abreu. Y en ese marco, a dos países que podrán atravez de la música, imaginar nuevas formas de lograr acuerdos. Completar la tarea que se han trazado no será fácil; pero existe una voluntad política verdadera.

Eso es un buen comienzo. Y gran ejemplo.

De todo eso se trata la música 

 


La orquesta Simón Bolívar llego a São Paulo vía Buenos Aires en un vuelo privado de Lufthansa cargado de instrumentos y de grandes sueños. “Que tengan una bonita estancia y mucho éxito en los conciertos,” dijo la sobrecargo al despedirnos. Con un día de descanso (cosa que muy pocas veces se suscita en las giras), los músicos llegaron renovados a la gran urbe Brasileña. Otro país, otro publico—pero también conocedor y exigente. El primer ensayo previo a los dos conciertos que se celebran aquí transcurrió con la intensidad que caracteriza a la orquesta y a su director. Tras los primeros compases de la Consagración de la Primavera, la acústica de la sala (una antigua estación de tren) gusto a todos; especialmente al fagotista principal que le inspiraba un timbre muy especial en su solo introductorio. Todo sonaba perfectamente claro, los pianos nítidos; los fortes expansivos. El Maestro Dudamel supo aprovechar muy bien las cualidades de la sala y a su vez les pidió a sus músicos mucho mas disciplina rítmica y calidad de sonido. Este como todos, era un concierto importante. Debía de sonar como si fuera “el primero o el ultimo” que la orquesta fuera a dar.

En las recientes publicaciones alusivas a la gira, se ha descrito a la Bolívar como una orquesta audaz. Me llama mucho la atención el adjetivo. Audaz, según el diccionario de la Real Academia Española, se reduce a atrevido. Y si, es una orquesta muy atrevida que hace repertorios sumamente difíciles. Y valiente también, diría yo. Pareciera no le tuvieran miedo a ningún tipo de limite—seguramente por que ese concepto no figura en su estirpe. Su lograda perfección nunca es el fin si no bien el resultado derivado de esos dos elementos—valor y audacia. Esa misma audacia de lo indecible (por que la música se siente) es lo que provoca. Signo de todo eso es el publico incontenible. Se le escucha en el furor de sus aplausos, en el brillo de sus ojos. Es algo muy especial.

Mas aun es la cualidad empática con la que atravez de los años se ha forjado el carácter de su sonido tan propio y particular. Durante el intermedio del concierto en São Paulo, el Maestro Abreu me comentaba que es “la solidaridad, y el amor incondicional que se profesan entre si los integrantes de la orquesta lo que define sus cualidades estéticas.” Para ser mas concisos, “la orquesta se ve reflejada colectivamente en un solo ser,” decía el maestro. Era hermoso ver tras bambalinas como antes del concierto Ismel Campos (el violista principal) tocaba a dúo música de Bach con uno de sus compañeros. O como Claudio Hernandez comentaba en su cuenta de Twitter el orgullo sin igual que sentía por sus compañeros tras finalizar el concierto.

De todo eso se trata la música. Eso es tan importante como un gran triunfo en una noche de concierto.

Crónica de un Ensayo 


El Maestro Abreu, antes de iniciar el ensayo en el Teatro Colón. 

Eran las dos y media de la tarde; casi doscientos músicos íbamos rumbo al mítico Teatro Colón. El trayecto del hotel al teatro fueron escasos 10 minutos. Todos en silencio. La algarabía que caracteriza a los miembros de la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela o la Bolívar (como cariñosamente se le llama) quedo congelada en el salón del almuerzo. Por ahí, un músico solfeaba los patrones rítmicos de la Danse Sacrale de Stravinsky (tan complejos y tan riesgosos). Otro escuchaba el Quinteto para Piano de Shostakovich a todo volumen a través de sus audifonos. Cada quien con su propio ritual para prepararse. Ya no había tiempo de pensar en otra cosa mas que en el concierto—en el reto.

Enorme.

El Teatro, recientemente renovado, es un símbolo nacional y motivo de orgullo para los Argentinos. Ha sido escenario de grandes conciertos—las variaciones Goldberg con Barenboim, la Orquesta Nacional de Francia con Charles Dutoit; sendas y ya legendarias representaciones operísticas con Maria Callas y Enrico Caruso. La Bolívar ya había estado aquí. Bajo la dirección del Maestro Abreu y recientemente con Gustavo Dudamel quien ofreciera una Séptima de Mahler excepcional, y según me relato el concertino Alejandro Carreño, de memoria (inclusive la orquesta). Pero en esta ocasión el concierto quedo sobrevendido y se tuvo que abrir la sala durante el ensayo general. Ahí estuvieron los niños, los jóvenes músicos de Buenos Aires; sus maestros y otros conocedores de la música culta. Los asientos de platea para el concierto rondaban en los quinientos pesos. Pero todos ellos pudieron apreciar a la orquesta sin costo alguno.

A las tres y media en punto, el Maestro Abreu subió al podium y en un momento muy emotivo compartió la reseña previa del diario La Nación:

"Juntos estarán, y podrían ser nombrados en cualquier orden, la mejor orquesta latinoamericana (y entre las del mundo también), el director joven más talentoso y espectacular del planeta, el compositor más trascendente y cardinal de su tiempo (y, tal vez, de todo el siglo pasado) y uno de los compositores más talentosos y originales de nuestro continente. Sinceramente, pocas veces se da una conjunción tan extraordinaria. Podemos recordar infinidad de visitas al país de prestigiásemos y fantásticos organismos sinfónicos con directores sobresalientes. Pero pocas veces, o quizá nunca, una orquesta arriba a estas tierras con un programa tan sustancial, trascendental, contundente y riesgoso como el que hoy traerán Dudamel y sus muchachos."

Y comenzó el ensayo.

Cuatro horas de tremendo esfuerzo. “Si no se cansan, entonces esto no valdrá la pena, no funcionara,” les dijo Dudamel haciendo alusión a la coda de la Consagración de la Primavera de Stravinsky (el numero 177 de la partitura). La orquesta debía de dar todo, incluso en el ensayo. En la décima fila del teatro, Joshua Dos Santos (otro gran talento de El Sistema) y yo estuvimos muy atentos a cada gesto del Maestro Dudamel, a cada sonido que emanaba de la orquesta. Los balances debían de quedar perfectos. Había que reubicar a las percusiones en la Noche de Jaranas, el segundo movimiento de la Noche de los Mayas de Revueltas. Los encores estuvieron muy bien cuidados tambien. La "Muerte de amor" de Tristan e Isolda de Wagner recibio particular atención, sobre todo por la densidad de las texturas orquestales, los tiempos, los silencios. Los momentos cumbres debian sonar, como "olas de fuego."

Y al final, en el mayor momento de inspiración, Dudamel le dijo a sus músicos: “La Orquesta Simón Bolívar debe reconocerse visionaria; como la primera línea de batalla de un gran sueño, alimentado por la conciencia del trabajo en equipo.”

Por eso la orquesta cimbró el Teatro Colón. Por eso es ejemplo para todos.

Coming up: A Latin American Tour  


The Simon Bolivar Orchestra of Venezuela. 

At the invitation of El Sistema’s founder Dr. Jose Antonio Abreu, young Mexican conductor Jose Luis Hernandez-Estrada joins the Simon Bolivar Orchestra of Venezuela for their upcoming Latin American tour. Under the artistic leadership of Gustavo Dudamel, the tour takes the acclaimed orchestra to the principal concert halls of Buenos Aires, São Paulo, Brasilia, and Bogota. “I am honored to play a part in helping advance the ideals of El Sistema. This will be an inspiring tour and a wonderful opportunity to learn from Maestro Dudamel and his orchestra—a shining emblem of excellence, joy, and of the future of music,” Jose Luis said. For their April 1-12 tour, the orchestra performs a repertoire that includes Stravinsky’s Rite of Spring, Revuelta’s La Noche de los Mayas, and Beethoven’s epic Fifth Symphony